“Mamá, tu hija tiene autismo, síndrome de Asperger”, fueron las palabras que escuchó Dora Gallegos del médico sobre la salud de su hija. Cuando sentía que “el mundo se desmoronaba”, la madre de Priscila fue aprendiendo tanto de las familias que fue conociendo a partir de esta situación como de su niña de 12 años.
En el marco del día internacional de la mujer, Dora nos contó sobre aquel momento en que se enteró sobre el diagnóstico de su hija y el camino que transcurren juntas día a día.
Carta de Dora:
Ya van casi cinco años desde aquel día que por fin supimos que era lo que te pasaba, el por qué de tus ausencias, tus juegos solitarios, el por qué no te gustaba el contacto físico, ni compartías momentos con nadie, tus berrinches y tu forma tan peculiar cuando comenzaste a hablar; ese vocabulario tan rico y correcto que todavía tenés.
Recuerdo esa tarde cuando el doctor me dijo: “Mamá, tu hija tiene autismo, síndrome de Asperger”. Sentí que se me desmoronaba el mundo y mi castillo; mis sueños que tenía para vos.
Lo único que hice en ese momento fue mirarte, se me caían las lágrimas y al mismo tiempo comenzaron mis preguntas en mi mente: ¿Qué hago? Mi cabeza era una bomba que acababa de explotar, el miedo, la incertidumbre se apoderaron de mí, qué hacer, cómo y demás cosas que se venían a mi mente.
Y así comenzamos este camino de la discapacidad aunque a mí me gusta decir “capacidades diferentes”. El ir y venir de médicos, terapeutas. Gracias a este camino he conocido a familias que me han acompañado y sostenido en el trayecto de tu tratamiento.
Y a vos hija, qué te puedo decir que ya no te he dicho. Gracias a vos he conocido el amor puro, tu inocencia es lo más tierno que tenés. Solo le pido a Dios que te guíe en esta sociedad, que te integren y te incluyan tal como sos y que puedan ver en vos al ser más maravillo tal como te vemos nosotros, tu familia.