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Yo hablé en mis clases de Santiago Maldonado

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Por Mei Cabrera, docente y delegada de la Lista Marrón/ SUTEBA

Yo hablé en mis clases de Santiago Maldonado y lo seguiré haciendo. La campaña mediática que apunta contra la intromisión política en las aulas es eso mismo: una clara intromisión política. Y aclaro con esto que no estoy en contra de que haya política en la escuela. La política son los asuntos públicos que atañen a toda la sociedad. Los estudiantes también son parte de esa sociedad.

Como docente me formé para educar un sujeto crítico, pensante, capaz de formarse una opinión propia. ¿Cómo haría esto sin debate? ¿Cómo haría esto aislándolos de los problemas de la actualidad? Aquellos que opinan contra el “adoctrinamiento” de los jóvenes son aquellos que menos tratan de hacerlos pensar. Tratan a los estudiantes como una “tabula rasa”, sujetos que llegan al aula con la “mente en blanco”, concepto que en pedagogía ya hace rato que se abandonó. Resulta llamativo que para ciertos sectores los jóvenes pueden ser juzgados como adultos (intento de bajar la edad de imputabilidad) pero no están habilitados para formarse opiniones propias.

La campaña de censura a los docentes recuerda a las peores épocas del país. Viola la libertad de cátedra y va en contra, no sólo de los propios lineamientos curriculares diseñados por la Dirección General de Cultura y Educación, sino también contra leyes internacionales como la Convención de los Derechos del Niño. En ella se habla de “inculcar al niño el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales”.

Por otro lado, en el aula también transmitimos valores. Hablando de Santiago, hablamos del valor de la vida y de los derechos de los que somos sujetos. Que los jóvenes tienen derecho a disentir y reclamar, que a los pueblos originarios les arrebataron sus tierras y la vida y hoy siguen reclamando. Que hay que movilizarse como lo hicimos por la escuela pública, por ni una menos, por Julio López, por Luciano Arruga.

El gobierno de Cambiemos se horroriza de que hablemos de Santiago porque es responsable de que todavía hoy no sepamos la verdad. Todas las pruebas apuntan a Gendarmería y la Gendarmería actúa bajo órdenes del gobierno.

La campaña para que no hablemos de Santiago es una clara señal de impotencia política frente a un reclamo que se transformó en la voz de miles. Es una prepotencia para que no pensemos. Lamentablemente sindicatos como SUTEBA no convocaron a un cese de actividades por la tarde para que los docentes vayamos masivamente a reclamar “aparición con vida”.

Seremos miles igual. También muchos jóvenes con quienes marcharemos codo a codo, como iguales, con una sola voz.

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